
En general, podemos decir que hay un desconocimiento de lo que es el malestar psicológico. Las maravillas tecnológicas de nuestra sociedad son producto también de una cultura de la productividad y del trabajo duro. Nunca se había observado que el hombre estuviera autodeterminado a trabajar hasta el cansancio o angustia absoluta. Independientemente de las consecuencias evidentes que esto tiene para la salud mental, esta cultura es muchas veces los lentes a través de los cuáles se observa el padecimiento emocional. Es decir, la cultura de la meritocracia nos orilla a pensar en que si estamos mal es porque no hemos hecho los suficiente para estar bien; o, en otras palabras, porque es nuestra culpa.
Si bien hay un componente voluntario fundamental para la recuperación psicológica, es sumamente peligroso pensar o asumir que la curación absoluta del padecimiento mental es determinada exclusivamente por la voluntad y, sobre todo, en un estado emocional vulnerable. Por su puesto, esto es particularmente difícil de aceptar dado el bombardeo de información, bien o mal intencionada, que difunde los mensajes ya muy conocidos La felicidad es una decisión, La angustia es un exceso de futuro y la depresión un exceso de pasado, Vive en el ahora, El sufrimiento es sólo un apego, etc. A pesar de la connotación positiva de dichos mensajes, pareciera que no existe una consciencia de las etapas naturales del ciclo emocional. Es decir, nadie tomaría por positivo decirle a una madre en el funeral de su recién fallecido hijo que puede dejar de sufrir si se libera del apego. Tal vez después de unos 5 o 10 años, y únicamente después de un duelo propiamente vivido, la madre podría beneficiarse de continuar con su propia vida, si la pérdida de su hijo aún la incapacita para seguir adelante, pero, inclusive entonces, la decisión es sumamente íntima y dependiente del contexto y forma.
De la misma manera, quien vive bajo estrés mental o emocional, no necesariamente se beneficia de nuestras motivaciones bien intencionadas para inspirar positive thinking y autosuperación. Sobre todo, porque muchas veces el problema empieza con ni siquiera saber cuál es el malestar y cuál es su origen. En estos casos, el échale ganas, lamentablemente, puede fungir más bien el papel de un inhibidor emocional que el de un verdadero motivante y, por supuesto, aquél quién debería estar echándole ganas, posiblemente se sentirá tan sólo peor al ver que no puede, o no quiere, echarle ganas.
Es en estos casos por los cuáles algunos de los libros de autoayuda y los consejos motivantes pueden ser un acercamiento poco productivo para el malestar psicológico. Estas herramientas serán sumamente positivas siempre y cuando lleguen en la modalidad, dosis y tiempo correcto. Por esta razón, la consulta con un psicólogo profesional (a través de psicoterapia online o presencial) será siempre un gran inicio para entender el ciclo emocional del paciente y las necesidades específicas actuales de su situación.
Entender el padecimiento psicológico significa entender que somos seres emocionales, corporales, cognitivos, sociales, sexuales y creativos. El estado emocional individual es producto de una red compleja de valores familiares, experiencias personales, genética, política actual, valores culturales, condición de salud, presiones sociales y situación socioeconómica, entre otros factores. La motivación individual tiene incidencia en algunos de estos factores, pero no en todos.
Si usted siente que, a pesar de querer ser más productivo o positivo, la motivación, deseo o energía no es suficiente, es perfectamente normal. Su estado emocional no es exclusivamente su culpa. Le recomendamos que se acerque a un psicólogo y que entiendan juntos el proceso en el que se encuentra.
Artículo escrito por Santiago Celorio Galán.