
Elegir al psicólogo correcto es uno de los puntos fundamentales para el éxito de una terapia. Para elegir un par correcto de zapatos podemos pasar, literalmente, horas probándonos distintos pares en el centro comercial. No obstante, aunque los zapatos sean lindos, y les gusten a nuestros amigos, lo importante es que nos gusten a nosotros y que se sientan cómodos. Pocos compraríamos un par de zapatos sin siquiera haberlos probado o mirado en el espejo. Sin embargo, ¿cómo podemos saber cuál es el terapeuta correcto para nosotros?
Para comenzar, será útil reconocer que la elección de un psicólogo no debe ser comparada con la elección que hacemos sobre otros servicios prestados por profesionales. Mientras que podemos elegir a un estilista o arquitecto debido a los resultados que observamos en las revistas o con nuestro círculo cercano, el que un psicólogo haya dado buenos resultados con nuestra amiga (o malos) no implica que lo mismo suceda con nosotros. Esto se debe a que el éxito de una psicoterapia es un conjunto de la interacción entre el terapeuta, el paciente, los cambios observables en la conducta del paciente y el contexto social en el que todo ocurre.
Esto significa que, mientras que un terapeuta puede observar varios cambios de conducta en el paciente, puede ser que el paciente no los observe o viceversa. Por lo tanto, determinar el éxito universal de un psicoterapeuta es difícil.

Sin embargo, hay varios puntos a considerar que sí nos pueden ayudar para elegir al profesional más apropiado para nuestras necesidades.
- Tomar paulatinamente la responsabilidad de nuestra propia salud mental.
- Es cierto que muchas veces no tenemos la energía o los conocimientos para atender nuestros propios problemas. Pero, en la mayoría de los casos, una participación crítica respecto a nuestra salud mental es fundamental para aumentar nuestra salud mental.
- Investigar, brevemente, sobre los distintos tipos de terapia
- No es necesario tener un título en psicología o medicina para hacer una investigación breve, con fuentes fidedignas, sobre los distintos tipos de terapia. Si bien cualquier profesional de la salud mental puede orientarnos con esta búsqueda, tener un conocimiento previo sobre el tema nos permitirá hacer preguntas más específicas u orientadas a nuestro caso. Un buen punto de inicio es entender la diferencia entre la terapia sistémica, el psicoanálisis, la terapia cognitivo-conductual, la terapia Gestalt y el tratamiento psiquiátrico. Con este conocimiento, podemos comenzar con una metodología de terapia que nos parezca adecuada a nuestra situación.
- Practicar un enfoque dual: ser paciente y crítico a la vez.
- Mientras que sería difícil contradecir a un oncólogo siendo un paciente sin formación médica, en el caso de la salud mental, el paciente tiene acceso directo a información emotiva y cognitiva propia que el psicólogo no tiene. Por lo tanto, es importante confiar en el profesional que conduce la terapia y ser paciente con la espera de los resultados; sin embargo, es fundamental confiar en nuestros sentimientos también. Será más difícil que el psicólogo entienda la gravedad de nuestra situación o la efectividad de sus intervenciones, si no ejercitamos un sentido crítico y honesto de la comunicación.
- No existe (ni existirá) la radiografía de nuestras emociones.
- Si bien los psicólogos están entrenados para leer entre líneas y observar el lenguaje corporal del paciente, la mayor parte de la información con la que hacen su diagnóstico proviene de los reportes verbales de los pacientes o de sus familiares. Esto significa que, para que el psicólogo comprenda a profundidad las necesidades del paciente, es necesario que recolecte información y pruebe diferentes acercamientos. En otras palabras, se hace más difícil encontrar a un psicólogo adecuado si no procuramos colaborar para que el psicólogo en cuestión comprenda a fondo nuestra situación. Es de vital importancia informarle al psicólogo si sentimos que su enfoque no nos está ayudando y, en su caso, solicitarle una revisión sobre su metodología, ya que, como vimos anteriormente, el psicólogo tiene acceso a sólo una parte observable de la situación, pero no a toda.
- Las certificaciones del profesional de la salud mental.
- Dado que la salud mental es un tema tan complejo y delicado, es fundamental exigir que los profesionales de la salud mental estén propiamente certificados según las normativas de su lugar de praxis.
- Empatía e intuición.
- A pesar de las altas certificaciones que un psicólogo pueda tener, es sumamente importante que sintamos empatía con él. Esto no debe existir al 100% desde un inicio: se puede ir construyendo a lo largo del proceso.
- La terapia debe facilitar nuestra vida y no complicarla.
- Trabajar nuestros propios problemas emocionales no es necesariamente agradable todo el tiempo, pero tampoco debe ser una tortura constante. Si sentimos que después de algunas semanas la psicoterapia nos deja más desmotivados o deprimidos de lo que anteriormente estábamos, es probable que el enfoque no sea el correcto para nosotros. Como dice el psiquiatra alemán Christian Dogs: la psicoterapia debe facilitar nuestra vida y no complicarla.
Artículo escrito por Santiago Celorio Galán